A un año de las protestas de San Quintín, Morena recuerda la necesidad de atender a los jornaleros agrícolas en Sonora: Alfonso Durazo.

Por Alfonso Durazo Montaño, presidente de Morena en Sonora.

Hoy se cumple el primer aniversario de las protestas de los jornaleros agrícolas del valle en San Quintín, cuyas inhumanas condiciones de trabajo y bajos salarios detonaron una movilización que se extendió hasta el mes de mayo de 2015.

A partir de esos reclamos, los gobiernos estatal y federal, y los empresarios agrícolas, instalaron una mesa de negociación para atender su problemática y dar respuesta a sus peticiones. Sin embargo, a un año de esa lucha, sus demandas, según informan los mismos jornaleros en los medios de comunicación, siguen sin ser atendidas.

Es estrategia común del actual gobierno federal buscar que el tiempo eche al olvido las luchas populares en busca de democracia, justicia y dignidad. La apuesta del poder es siempre a la desmemoria de la gente y a la desinformación sobre las causas y argumentos de quienes protestan.

Lo ocurrido en San Quintín va más allá de Baja California. El sistema de explotación laboral no es privativo de esa región. Los jornaleros agrícolas son comunes también a Sonora y sus condiciones de vida aquí son igual de inhumanas en muchas ocasiones.

Se calcula que en el curso del año llegan cerca de 60 mil jornaleros agrícolas a Sonora, procedentes de Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Michoacán y Puebla, entre otros estados. Se trata, en un porcentaje importante, de indígenas triquis.

Morena Sonora hace un llamado a los gobiernos estatal y federal, así como a los empresarios productores a respetar los derechos laborales de los trabajadores, a mejorar sus salarios y condiciones de vida, a promover una cultura de dignificación del trabajo que está en la base de los importantes ingresos que produce en Sonora la agricultura de exportación.

A un año de la protesta en San Quintín, demandamos de los gobiernos estatal y federal y de los productores dar una solución digna a estos problemas; un espacio en el que las voces y los reclamos de los jornaleros puedan ser libremente expresados y, sobre todo, reconocidos y atendidos.