A la opinión pública:
La operación a la que hace referencia El Financiero en su nota de hoy fue realizada ante notario público, con recursos de procedencia legítima, mediante cheque certificado a nombre del señor Gabriel Mendoza Gutiérrez y reportada al SAT y a la Secretaría de Hacienda estatal en tiempo y forma. No hay pues nada ilegal ni turbio en esta operación. Agrego a este texto los documentos que sustentan la operación, mismos que tienen carácter público.
La operación, insisto, se realizó ante notario público, el número 4 de Hermosillo, Miguel Ángel Murillo, actualmente, por cierto, contralor del Gobierno del estado de Sonora.
No soy ingenuo políticamente, sé cómo hace política en Sonora el grupo en el poder; estoy tratando con gánsters. Esta información aparece luego de que ayer denuncié en dos programas de radio locales la intimidación de que han sido objeto diversos candidatos de Morena para retirarse de sus aspiraciones, pidiéndole a la Gobernadora que dejara de utilizarse la fuerza del gobierno para dichos fines y se atendieran los problemas que afectan a Sonora, como es el caso de la corrupción, en el que de acuerdo a una reciente encuesta del INEGI, Sonora ocupa el primer lugar a nivel nacional.
La guerra sucia es una de las expresiones más nocivas que existen en el quehacer político mexicano y la he venido experimentando con particular intensidad desde el momento en que tomé posesión como Presidente del Comité Ejecutivo Estatal de MORENA en Sonora. El método ha sido el mismo: videos de producción en estudio, voz de locutor profesional en off, fotografías de alta definición, textos alusivos al tema e, incluso, música de fondo.
Estos videos, de los cuales me han sido dedicados ya cinco, se divulgan en páginas anónimas en las redes sociales y a través de periodistas afines a las líneas gubernamentales. Son, claramente, resultado de una acción emprendida desde alguno de los tres grupos políticos que gobiernan Sonora. La narrativa del gobierno del estado es que soy narco y despojador, luego también matón y ahora me encuentro en tratos con el narcotráfico. En pocas palabras, todo un criminal de altos vuelos. No tardan seguramente en atribuirme el asesinato de Luis Donaldo Colosio.
Estas acciones tienen un tufo a Claudia Pavlovich, Beltrones y Ricardo Mazón, quienes no obstante su fachada de personas respetables tienen el agua del drenaje hasta el cuello. Particularmente, Beltrones y Ricardo Mazón son dueños de litorales enteros y ahí van por la vida como hombres respetables. No hay ninguna otra instancia que cuente con los recursos económicos necesarios para la elaboración y difusión de materiales de este tipo.
El ataque que ahora me dirigen quieren fundarlo en que este inmueble fue propiedad en alguna etapa de Amado Carrillo Barragán, hijo supuestamente de un Amado Carrillo que fue famoso como narcotraficante y que murió 20 años antes de esta operación. A partir de ello quieren concluir, malintencionada y gratuitamente, que participo en actividades vinculadas al crimen organizado. Es una especulación atroz. En las redes sociales existen infinidad de cuentas bajo el nombre Amado Carrillo; entre ellas 110 cuentas de Facebook, 52 cuentas de Twitter y 95 cuentas de Instagram. Lo menciono porque, si fuera el caso de alguna irregularidad, no es responsabilidad de un comprador averiguar los antecedentes de un vendedor, mucho menos de uno cuyo nombre cuenta con esa infinidad de homónimos en la Internet.
No es pues mi papel como comprador en la operación mencionada averiguar antecedentes familiares de las personas. Se trata de una responsabilidad del gobierno y no de los ciudadanos. Ahora, si hubiese alguna irregularidad en la posesión de ese inmueble, cabría hacernos la pregunta de por qué el gobierno federal no ha realizado las tareas que le corresponden en materia de fiscalización y control de los bienes y recursos que presuntamente pertenecen a personas cuyos familiares están vinculados con actividades delictivas.
No vengo a darme golpes de pecho ni a presentarme como una hermanita de la caridad, porque no lo soy. Tengo muchos defectos, pero no he ido por la vida pública haciendo negocios, metiendo la mano en el cajón ni asaltando gente. No tengo cola que me pisen ni quién me jale las orejas. No me he robado un solo clavo ni he hecho un solo negocio a la amparo de mis responsabilidades públicas. Jamás. Ahora, si hubiese alguna irregularidad en el proceso de compraventa en el que participé, pues que proceda la autoridad contra quien resulte responsable.
Atentamente,
Alfonso Durazo Montaño.
Candidato al Senado de la República
Coalición «Juntos haremos historia»
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