Por Alfonso Durazo.
Bienvenido el papa Francisco, bienvenida también su voz crítica, que ha denunciado siempre la situación que viven aquellos países que visita.
En Morena Sonora damos la más cordial y respetuosa bienvenida al papa Francisco. Estamos seguros que, no obstante los escenarios estrictamente controlados que han preparado para su visita, su sensibilidad le permitirá percatarse de la realidad que cotidianamente agobia a los mexicanos.
Es inevitable que las obras y el embellecimiento cosmético que han dado a los lugares por los cuáles pasará y en donde realizará sus eventos nos alertan sobre el deseo gubernamental de ocultarle la realidad; así sucede siempre con el Presidente de la República. Sin embargo, no debemos subestimar que el Papa, de entrada, ya exhibió por contraste al gobierno mexicano, pues mientras el presidente Peña Nieto se mueve en un palacio flotante de cientos de millones de dólares, él ha viajado a nuestro país en vuelo comercial, por Alitalia, y regresará a Roma por Aeromexico.
La realidad de México es la corrupción galopante, la realidad de México es la desesperación, no sólo de las 43 familias de los normalistas desaparecidos en Guerrero, sino de muchas otras miles de familias que buscan a los suyos sin tener el menor apoyo del gobierno para encontrarlos. La realidad de México no es la de la prisión de Ciudad Juárez, que será seguramente maquillada para la visita del Papa, sino la del penal de Topo Chico, en Monterrey, donde acaba de presentarse un motín con decenas de muertos.
La realidad de México no es la caridad cristiana que viene a pregonar Francisco, sino la de gobiernos abusivos, coludidos con el crimen, ajenos por completo a la voluntad y aspiraciones de la gente. Para esa realidad no hay maquillaje que pueda ocultar lo obvio.
Estamos seguros que el Papa sabrá ver detrás de la escenografía de engaños y mentiras que montarán en estos días. Sabemos que su voz será eco de la indignación de los mexicanos ante el actual presente de corrupción, pobreza e injusticia a la que están sometidos millones y millones de mexicanos por un poder político cuyo desempeño nada tiene que ver con los valores cristianos de la compasión, la solidaridad y la fraternidad, sustento de la doctrina religiosa que predica el Papa Francisco.
Uno de los grandes méritos del Papa Francisco es haber abordado con una visión progresista temas sumamente complejos para la Iglesia, desde la homosexualidad hasta la pederastia y la corrupción, pasando por el derecho de los divorciados a ejercer plenos derechos como católicos.
Así es que creo que se verá satisfecho mi deseo personal de ver en esta visita a un Papa que abordará sin matices temas relacionados con la dura realidad nacional; a un Papa que se dará un auténtico baño de pueblo; a un Papa que no vendrá a engordarle el caldo al gobierno con mensajes de paciencia y obediencia frente a lo inaguantable, y sobre todo, a un Papa que no permitirá a los jerarcas de la iglesia católica que se presten a distraernos con notas de color sobre su visita.