Por Alfonso Durazo Montaño.
Recientemente terminé un ciclo de giras por Sonora que me permitió conocer, de primera mano, el estado actual de todas sus regiones a través de sus municipios y ciudades más importantes.
Más allá de mi encomienda de actualizar y ampliar la estructura territorial de MORENA a fin de garantizar el triunfo de los candidatos de Morena el 2018, pude constatar en todas y cada una de estas visitas la existencia de un elevado nivel de hartazgo social por las lastimosas condiciones en que se encuentran Sonora en lo particular y México en lo general.
Quienes ejercen el poder tienen muchas formas para ocultarnos los hechos y presentarnos una versión color de rosa de lo que ocurre, pero las voces agraviadas de los sonorenses de carne y hueso fueron unánimes en todas partes.
El clamor de la gente es por un cambio de régimen en todos los niveles –municipal, estatal y federal– para que vivamos en una auténtica democracia, no solo en el sentido electoral, sin compra ni manipulación del voto, sino en el sentido constitucional: como “un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, cultural y social del pueblo”.
La gente aspira a un mejor nivel de vida, a contar con un empleo estable y dignamente remunerado, a conseguir un espacio en una universidad pública, a contar con servicios básicos de salud, etc.
La ciudadanía demanda el fin de los gobiernos del engaño y la simulación, que prometen paraísos terrenales cuando están en campaña, pero que ya en el poder terminan por darnos todo lo contrario: corrupción al por mayor, autoritarismo, represión, inseguridad, estancamiento económico y aumentos en el costo de la vida.
Los sonorenses quieren que los grandes pillos que se han enriquecido -y siguen enriqueciéndose- en el ejercicio del poder público, dejen de reírse impunemente en nuestra cara.
Los sonorenses quieren que la política se convierta en un ejercicio ético para luchar por el bienestar de las mayorías y que no siga siendo el atajo de siempre para el empoderamiento de los soberbios, los cínicos y los ineptos.
Los sonorenses quieren oportunidades para una vida digna en las ciudades y el campo.
Sin embargo, alcanzar esa aspiración colectiva de cambio elemental pero profundo no es tarea de un solo hombre. La gente exige dirigentes políticos honestos y comprometidos con el pueblo, y ello es legítimo, pero el ingrediente indispensable para lograr la transformación de nuestra sociedad son la conciencia y la participación ciudadanas.
MORENA está dispuesta a asumir el papel que le toca desempeñar en esta renovación de la vida pública, pero para cumplirlo necesitamos de una sociedad que tenga el valor de participar, organizarse y demandar el cambio por la vía democrática.
Sonora requiere de ciudadanos activos en la defensa de sus derechos, firmes para oponerse a los abusos y atropellos del poder: como el aumento en 60 por ciento en la tarifa del agua en Hermosillo; como la detención de maestros por el solo hecho de oponerse pacíficamente a una política del gobierno que los perjudica, y como se ve en el futuro próximo la privatización del servicio de limpia en la capital, a pesar de los fracasos y altos costos que ello ha significado en otros municipios.
Estos golpes del gobierno a la sociedad son posibles porque la sociedad no se moviliza para frenarlos. Son, hay que decirlo, palos ya dados. Y en ello tuvo que ver la inacción social.
Es claro que debemos pasar del hartazgo y la queja individual a la expresión de la inconformidad social de manera organizada. Aún más: la única salida posible es elegir en 2018 un gobierno que no sea el más de lo mismo que Sonora ha vivido en décadas de gobiernos de deslumbrantes ofrecimientos y calamitosos resultados.
En ese contexto, viene al caso una reflexión sobre nuestra realidad: en días recientes, varios periódicos de Sonora publicaron en sus primeras páginas información sobre el desfile de arranque de la ExpoGan 2016, la verbena de beneficencia en la Catedral y la manifestación que organizaron las mujeres hermosillenses en contra de la violencia de género.
En este mismo sentido podemos agregar la asistencia insuficiente que hubo este 1 de mayo de trabajadores inconformes, reconociendo, por supuesto, el gran esfuerzo, la convicción y la valentía de quienes sí asistieron a expresar sus demandas.
Estos eventos proyectan, en el número de asistentes que cada uno logró convocar, una radiografía sobre el estado de la participación social en Sonora.
A pesar de los grandes riesgos que corren las mujeres en Sonora, donde el 54 por ciento reporta haber sufrido violencia en algún momento de su vida, es desafortunado que no hubiera un mayor número de asistentes a la manifestación contra las violencias machistas, como sí lo hubo en el desfile de la ExpoGan y en la verbena de Catedral.
Qué bueno que estos dos últimos eventos fueron exitosos y atrajeron la participación de los hermosillenses. MORENA reconoce que se trata de expresiones con raíces socioculturales y religiosas legítimas entre los hermosillenses.
Por lo que toca al 1 de mayo, qué puedo decir de la situación de los trabajadores, que no se describa como desoladora. Pérdida de conquistas sociales y del poder adquisitivo del 78%; 30% de trabajadores sin servicios médicos, 56% de la PEA en la informalidad, según el INEGI. Sindicatos blancos, subcontratación, un derecho de huelga anulado en la práctica, juntas de conciliación corruptas y atentas a los intereses patronales y salarios de subsistencia.
Como decía, la situación de los trabajadores es desoladora.
Pero es válido preguntarnos qué es necesario que ocurra para que en Sonora, estado que ocupa el cuarto lugar nacional en feminicidios, la sociedad no se exprese de forma contundente para rechazar esa realidad y exigir frenos efectivos a hechos que nos denigran como comunidad.
Es cierto que los medios de comunicación comerciales suelen cubrir de manera insuficiente o desequilibrada los conflictos sociales. Pero también es verdad que nos hemos acostumbrado a ser receptores pasivos y apáticos de la información sobre las iniciativas que buscan que tomemos conciencia y participemos en cambiar nuestra realidad.
Debemos tener el valor de pasar de la indignación a la acción organizada. Organizada
Asumamos con honestidad que si los problemas están al alza y las soluciones del gobierno a la baja, se debe a que lo permite una sociedad desarticulada.
De poco nos sirve estar convencidos de que las cosas no marchan bien si no hay hombres y mujeres que participen mínimamente en la lucha a favor del cambio de aquello que origina el malestar social.
Por ello quiero hacer un llamado respetuoso a los ciudadanos para que abran sus ojos sobre la realidad en que vivimos y a que se involucren activamente en la búsqueda de soluciones democráticas y pacíficas a los problemas que nos aquejan.
No es mucho lo que Sonora nos pide en esta hora.
Somos un estado con un amplio legado de luchas por la justicia, que van desde la resistencia yaqui a la opresión durante el porfiriato hasta el papel protagónico que tuvimos a nivel nacional durante los años de forja de la Revolución Mexicana entre 1910 y 1920.
El cambio que Sonora requiere solo puede venir desde abajo, de la sociedad, y no desde arriba, de las élites. Solo el pueblo organizado puede salvarse a sí mismo.
El cambio, sin embargo, nos exige ponernos en movimiento y tomar conciencia de que el bienestar personal y de nuestras familias está ligado al bienestar de los demás.
Alfonso Durazo,
Presidente del Comité Ejecutivo Estatal de MORENA en Sonora.